junio 30, 2025

El 39% de los españoles siente rabia hacia las personas con discapacidad intelectual

 ctxt 20/04/2025

El 61% de los encuestados que no conoce a personas con algún grado de discapacidad intelectual cree que pueden valerse por sí mismos, y un 74% estaría dispuesto a tenerlos como amigos

Visita de la consejera de Familia, Juventud y Asuntos Sociales de la CAM a la Fundación Juan XXIII, en febrero de 2024. / Comunidad de Madrid

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La inclusión de las personas con discapacidad intelectual (DI) sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país. En 2022, la tasa de empleo de este colectivo fue del 23,8%, muy por debajo del 51,1% del conjunto de la población y, además, con una diferencia salarial del 17,8%. Estas desigualdades también se aprecian en las personas con discapacidad intelectual límite (DIL), quienes, con el apoyo adecuado, podrían llevar una vida autónoma satisfactoria. 

Recientemente se publicó un estudio, realizado por Eva Sotomayor, de la Universidad de Jaén, cuyo objeto es conocer hasta qué punto la falta de inclusión existente de las personas con DIL podría obedecer a actitudes estigmatizantes en la sociedad. 

Para ello, entre agosto y septiembre de 2023 se realizó una encuesta a 1.618 personas mayores de 18 años y residentes en España utilizando una técnica de muestreo estructural para interrogarlos sobre las emociones, estereotipos y prejuicios en torno a las personas con DIL. Los resultados obtenidos revelan una sociedad que muestra actitudes integradoras, pero también matices discriminatorios que podrían suponer un freno a la inclusión plena de este colectivo.

Varios estudios previos concluyen que los estereotipos hacia este colectivo refuerzan la creencia de que son personas dependientes, incapaces, excesivamente afectivas, impulsivas e ineptas. Esto se traduce en discriminación y actitudes de rechazo o sobreprotección, con la consiguiente limitación de oportunidades laborales y educativas. 

Sin embargo, si estas personas reciben el apoyo social adecuado, pueden trabajar, realizar actividades de ocio, viajar, tener una pareja y, en definitiva, disfrutar de una vida equiparable a la del resto de la población.

Resultados de la encuesta

Con respecto a las emociones, el 96% de los encuestados manifiestan que las personas con DIL les infunden respeto; el 89%, compasión; el 69%, gratitud; el 39%, rabia; el 30%, miedo, y el 12%, asco. La coexistencia de sentimientos de inclusión y de rechazo refleja una sociedad en tensión, en la que el camino hacia la integración topa con antiguos prejuicios y miedos irracionales, como la rabia, el miedo y el asco, que deshumanizan a quienes parecen “diferentes” y erosionan los cimientos de una convivencia enriquecedora e inclusiva.

En cuanto a la percepción de las personas con DIL, la mayoría de los encuestados piensan que estas personas tienen autonomía (7,2 sobre 10) y que son conscientes de lo que las rodea (6,7 sobre 10); es decir, son capaces de realizar tareas cotidianas, como cocinar o usar el transporte público, y pueden llevar una vida independiente.

Sin embargo, persisten algunos estigmas. Así, el 14,6% de los participantes consideran que las personas con DIL se comportan de un modo infantil en sus relaciones personales, la sexualidad, el trabajo, etc. También creen que sus familiares tienden a ocultar la discapacidad que padecen, lo que refleja un reconocimiento de su exclusión en la sociedad. Asimismo, perciben diferencias en la interacción social con ellas, como comportamientos inusuales durante una conversación (5,5 sobre 10).

Con respecto a las relaciones sociales que los encuestados estarían dispuestos a mantener con personas con DIL, establecer una amistad con ellas obtiene una valoración media de 8 sobre 10, pero si se trata de una relación más estrecha, como compartir piso, se sitúa en 7 sobre 10. Esto indica que las personas con DIL son más aceptadas en el espacio social que en el personal. También se observa, con un valor de casi 5 sobre 10, que los encuestados se sienten inseguros a la hora de actuar con personas con DIL, lo que propicia el distanciamiento social y su exclusión.

Los resultados indican también que las mujeres suelen sentir más compasión hacia las personas con DIL que los hombres. La edad desempeña un papel crucial: los jóvenes de entre 18 y 24 años tienen una mayor predisposición a la compasión, mientras que las personas del grupo de 55 a 64 años tienden a manifestarla con menor frecuencia.  

Con respecto a las reacciones generadas, en general, relacionarse en el entorno cercano con personas con DIL favorece estrechar lazos y la inclusión social, así como un reconocimiento de su autonomía y capacidades. Así, mientras que el 61% de los encuestados sin personas con DIL en su entorno opinan que las personas con DIL pueden valerse por sí mismas, dicho porcentaje se eleva al 65% cuando en su entorno sí hay personas con DIL. De un modo similar, el 74% de los encuestados sin personas con DIL en su entorno tendrían un amigo con DIL y el 57% conviviría con una persona con DIL, mientras que, cuando en su entorno hay personas con DIL, estos porcentajes aumentan al 80% y 61%, respectivamente. 

Sin embargo, el hecho de relacionarse con personas con DIL también lleva a considerar que estas tienen un entorno social excluyente y estigmatizante: mientras que el 19% de los encuestados sin personas con DIL en su entorno habitual opinan que las familias ocultan el hecho de tener familiares con DIL, el porcentaje se eleva al 23% cuando en su entorno habitual hay personas con DIL.

Estos datos revelan hasta qué punto el contacto con personas con DIL fomenta la cercanía con ellas, pero también permiten percibir en mayor medida la exclusión y su rechazo por parte de la sociedad, así como ciertos comportamientos estigmatizantes.

Los resultados obtenidos al indagar en las creencias de los encuestados hacia las personas con DIL apuntan a una aceptación generalizada de su capacidad para vivir de forma autónoma y de valerse por sí mismas. No obstante, también sugieren, aunque en menor medida, que persisten las ideas que las asocian con comportamientos infantiles y con su ocultación por parte de las familias. Existe también la percepción, aunque menos frecuente, de que estas personas pueden presentar comportamientos agresivos. Nuestra sociedad siente emociones integradoras hacia la DIL, pero en ella siguen perdurando ideas del pasado, como la infantilización y la eugenesia, que promueve la exclusión de las personas con discapacidad. Estos hallazgos subrayan la importancia de seguir impulsando una imagen justa y realista de las personas con DIL que permita erosionar los estereotipos y prejuicios que aún persisten en la sociedad española.

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